Oigo el vaivén de las olas, el rumor del viento y las gaviotas.
Estoy yo sola, vacía, rota... sin pena ni gloria, sin pasión ni dolor.
Tan sólo somos yo y mi respiración, en esta etapa de desesperación, de agonía y ensoñación... por un sufrimiento que no pude imaginar, que jamás creí real.